EL VALOR DE LAS COSAS

En principio se puede pensar que el valor de las cosas es algo relativo, ya que depende de muchos factores. El problema surge cuando estamos en uno de los dos lados opuestos, pero a la vez unidos por el mismo artículo. Cuando vamos a comprar un material técnico, nunca nos paramos a pensar que hay detrás de él.

El dicho de las tres B, Bueno, Bonito y Barato, suele hacer que alguna de ellas se caiga. En montaña, la calidad del material es fundamental y aunque en ocasiones nos parezca que el precio es algo elevado, su resistencia, calidad y capacidad resolutiva lo compensan con creces.

Un ejemplo, un mosquetón con alta resistencia, seguro y específico para trabajos o actividades con riesgo nos puede costar como media entre 20 € y 30 € la unidad. Si escatimamos en el precio, buscando uno que sea más económico esto al final repercutirá es la seguridad.

Algunas marcas han optado por bajar la calidad para no subir el precio, con la idea de  captar a clientes que de manera esporádica hacen actividades al aire libre o para aquellos que, aunque lo hacen de manera habitual, debido a la crisis, agradecen que un alza del precio del material trunque su pasión. Cuestión muy loable, pero el resultado ha sido un forro polar que no calienta por poner un ejemplo. 

 Veamos el calzado, aquí el razonamiento es muy similar. Han  surgido las llamadas marcas blancas que nos ofrecen botas o zapatillas a precios realmente económicos. Entre los 15 € y los 30 € aproximadamente. Está muy bien si te mueves por la ciudad o pequeños recorridos cerca de las urbes, que son fáciles y sin ningún tipo de dificultad. En este caso, quizás nos duren un año, por supuesto si no vamos muy a menudo. Es un calzado que tiene su función perfectamente establecida. Pero si las utilizamos continuamente la suela tiene menos consistencia, si andamos por zonas de piedras, notaremos hasta la más  pequeñita y al final terminará  hundiéndose el  talón. Para  actividades  en  media y alta  montaña, tendremos que buscar un calzado más adecuado. El precio del más básico puede rondar los 85 €. Con el que obtendremos una calidad muy aceptable.    

 El problema surge cuando queremos realizar actividades mucho más técnicas, entonces los precios del material suben y en ocasiones bastante, podemos comprar unas botas para temperaturas extremas que cuesten 900 € o un piolet técnico para escalada en hielo que cueste 600 €. Pero, ¿es realmente necesario? Si subimos al Everest o al Polo Norte, sí.

A parte de todo lo que estamos comentando existe otra cuestión a tener en cuenta, el precio en la tienda. Todas las marcas, ponen el precio mínimo recomendado para la venta de un artículo. Precio, al que hay que añadir el IVA, ya que el pago de los impuestos es algo que no se puede evitar. De cada artículo que se vende, se tienen que hacer frente a diferentes gastos incluido el sueldo del trabajador o el pago de  los famosos autónomos, por no hablar del alquiler del local, luz, teléfono y agua. En definitiva, los precios no solo van a marcar la calidad, resistencia y seguridad del artículo, sino también todos los gastos e impuestos que surgen a su alrededor. Aquí hay algo más a tener en cuenta. La competencia desleal. Lo que hace que el posible cliente piense que el resto tienen precios muy elevados.

Hay tiendas que obvian completamente las recomendaciones del fabricante tirando los precios hasta un punto que perjudica a todos en general. Es factible bajar el precio de un producto de gran calidad, pero también es cierto que debe hacerse dentro de un orden para no perjudicar los costes que llevan asociados. Tenemos la costumbre de pensar que el señor de la tienda se está haciendo de oro porque la zapatilla de trekking cuesta 85 € y la bota 150 €. Sin embargo hay que comenzar a pensar si la calidad que ofrece vale ese dinero. Si queremos calidad y seguridad para nuestro pie y nuestro tobillo, sí.  Podemos comprar esa bota de 150 € por 75 €, por supuesto, siempre habrá alguien que tiene un par de ellas y quiere eliminarlas de su catálogo y baja el precio sin control. Pero a la vez que lo hacemos debemos pensar hasta qué punto se están sacrificando y  perjudicando otras cuestiones como, ¿merece la pena vender un artículo hoy y hacer que nadie  venda ninguno más? Pensemos lo que pensemos, ningún empresario, tienda o autónomo, puede vender todos sus productos tirando los precios por que no se cubren los costes. Vender dos pares a ese precio solo complica aún más la situación general.

Bajar la calidad, el precio, o cambiar el material de fabricación por otro inferior, puede ser beneficioso para el cliente, el empresario o el fabricante a corto plazo, sin embargo, a largo plazo todos saldrán perjudicados de una forma u otra.

En el artículo no intentamos favorecer ni perjudicar a las marcas, tiendas o empresas, intentamos hacer una reflexión del por qué es importante valorar las cosas en su justa medida ya que cualquier mala decisión en ocasiones no solo nos afectará a nosotros. Por ello, tomemos buenas decisiones y pensemos en por qué las cosas tienen ese valor.